Campañas 2007- Alcohol y menores.

Cambio en el patrón de consumo juvenil de alcohol.

  1. Tendencias de consumo en los jóvenes
  2. Consumo recreativo de alcohol y otras drogas
  3. Clasificación de los consumos

La importancia de este tema se debe principalmente al cambio en el patrón de consumo juvenil de alcohol. El problema radica en el hecho de que los adolescentes que beben lo hacen en cantidades cada vez más elevadas, siendo cada vez más frecuentes consumos muy elevados de alcohol en cortos períodos de tiempo. Consumos que se realizan preferentemente fuera del hogar, siendo la vía pública un entorno cada vez más habitual, lo que también conlleva problemas de orden público. Además, tenemos una elevada frecuencia de episodios de embriaguez en nuestros escolares, hecho que forma ya parte de la cultura juvenil de alcohol.

Estos  patrones de uso y abuso del alcohol han variado en los últimos años de forma muy importante, no solo en España sino también en el resto de países de nuestro entorno.

a.      Tendencias de consumo en los jóvenes:

Diversas transformaciones y cambios económicos, culturales y sociales han coincidido en momentos determinados. Un factor que se asocia al consumo es la disponibilidad percibida, esto es, el grado de facilidad/dificultad para conseguir bebidas alcohólicas que tienen los jóvenes. En este sentido, en el año 2004 un 93,8% de los estudiantes de 14-18 años pensaban que les sería fácil o muy fácil conseguir bebidas alcohólicas si quisieran.

Además del  aumento de la disponibilidad del alcohol, con variación no sólo de la cantidad, sino de la calidad de las bebidas, se ha producido un aumento del consumo por parte de la población femenina, juvenil y adolescente.

 Los cambios registrados en las últimas dos décadas en los patrones de consumo de alcohol entre los jóvenes españoles son el reflejo de las profundas transformaciones que ha sufrido la sociedad española en lo que se ha llamado consumo recreativo de alcohol y otras drogas.

Un dato llamativo es el incremento de las prevalencias en los dos últimos años. Siendo muy destacable el incremento en casi 10 puntos de la prevalencia de consumo de alcohol en los 30 días anteriores a la entrevista. Dicho incremento se produce en ambos sexos y en todos los grupos de edad, si bien el incremento es más llamativo entre los más jóvenes, debiéndose destacar que sólo en dos años y a la edad de 14 años,  la prevalencia de consumo de alcohol durante los treinta días anteriores a la entrevista, ha pasado de un 26,1% a un 38,8%, es decir, se ha incrementado en más de doce puntos. 

Asimismo es realmente preocupante los cambios en la  motivación al consumo de alcohol que van desde la búsqueda de los efectos psicoactivos del alcohol, hasta percibir que el consumo mejora su relación con los demás, les sirve de evasión, es “util” en las celebraciones, sirve para la fiesta, para integrarse en el grupo para afirmar su virilidad y para demostrar la liberación y el derecho a la igualdad y al placer de beber.

b.      Consumo recreativo de alcohol y otras drogas

 La importancia de este consumo no radica solamente en que el alcohol sea la droga más consumida entre los adolescentes y jóvenes, sino en el protagonismo que ha adquirido su consumo como articulador del tiempo libre de carácter social de estos jóvenes.

Las relaciones que los jóvenes españoles mantienen con el alcohol deben contextualizarse en el marco de sus hábitos de ocupación del tiempo de ocio. La asociación entre el consumo de drogas, en especial del alcohol, y diversión ha ido calando entre los jóvenes, hasta convertir el consumo de estas sustancias en un elemento básico de la cultura juvenil y de sus formas de ocio. El consumo de alcohol ha pasado a ser un componente esencial, articulador y dinamizador del ocio de muchos jóvenes, en particular durante las noches del fin de semana. Baste indicar que entre las actividades de ocio practicadas en el fin de semana por los estudiantes españoles figura en segundo lugar el ir de bares o discotecas solo precedida por el salir con amigos/as.

Este patrón de consumo viene también confirmado por la cantidad de alcohol consumida en fin de semana o en día laborable. Entre los consumidores de alcohol en los 30 días previos a la encuesta, la cantidad media de alcohol consumida en día laborable es de 5,9 c.c. de alcohol puro y 68,8 c.c. de media diaria durante el fin de semana. De hecho, el 48,5% de   los consumidores de los últimos 30 días beben 100 o más c.c. de alcohol purodurante el fin de semana. La cantidad de alcohol consumida es superior en los chicos que en las chicas.

Las bebidas de consumo más extendido entre los encuestados en fines de semana fueron con mucha diferencia los combinados/cubatas (el 58,4% de los consumidores en los últimos 30 días, los había consumido algún fin de semana en el mes previo). En segundo lugar se situaba la cerveza/sidra (34,1%) y a continuación los licores fuertes, el vino/champán y los licores de fruta. En cambio en días laborables la bebida más extendida fue la cerveza/sidra (14,1%), seguida de los combinados/cubatas y del vino/champán.

Figura7. Tipos de bebidas que consumen los adolescentes el fín de semana

Se mantiene el patrón de consumo de alcohol característico de los adolescentes, consistente en el consumo de combinados y cervezas, preferentemente en lugares públicos, con amigos y durante los fines de semana (viernes, sábado y domingo). Los lugares habituales de consumo son los bares, discotecas y la calle. Así, el alcohol adquiere un papel fundamental como articulador del ocio y las relaciones sociales de los jóvenes.

c.      Clasificación de consumos

  • Consumo de riesgo, abuso, dependencia y «binge drinking»)
  • Consumo problemático
  • Consumo perjudicial

Desde el punto de vista epidemiológico es importante definir y determinar el consumo de riesgo , concepto difícil de consensuar al depender del tipo de consecuencia que se esté evaluando para establecer el riesgo. En general, se define como aquella pauta de consumo que puede implicar un alto riesgo de daños futuros para la salud física o mental, pero que no se traducen en problemas médicos o psiquiátricos actuales. El grado de riesgo no estará sólo relacionado con el nivel de consumo de alcohol, sino también con otros factores personales o ambientales relacionados con la historia familiar, ocupación laboral, estilo de vida, pobreza, etc.

De la misma forma, no se puede aplicar el mismo criterio para la conducción de vehículos que para la patología cardiovascular, de igual modo que no coincidirán los riesgos para desarrollar cirrosis que para la presencia de neoplasias. La revisión de diferentes estudios nos permite confirmar que no ha podido consensuarse un único criterio a nivel internacional:

así en Europa se tiende a considerar el límite para establecer un consumo de riesgo en 5 UBEs/día para el hombre y en 3 UBEs/día para la mujer. En Estados Unidos los límites son superiores, situándose en 7 UBEs/día para los hombres y 5 UBEs/día para las mujeres.

La Organización Mundial de la Salud establece límites más restrictivos y clasifica como bebedor de riesgo a aquel que consume 28 UBEs/semana en el caso de los varones y 17 UBEs/semana en las mujeres.

A pesar de esta discordancia la mayor parte de autores se muestran partidarios de la opción más conservadora; se ha comprobado que a partir de dicha cantidad de alcohol existe un riesgo de muerte violenta 5 veces mayor, el riesgo de cirrosis y esteatosis hepática es 6 veces superior y el de hipertensión arterial se duplica, aumentando las cifras de triglicéridos.

También con cantidades de 3 ó 5 UBEs/diarias, aparece la cardiopatía alcohólica.

También se considerará bebedor de riesgo aquella persona que consume gran cantidad de alcohol en poco tiempo, es decir, 5 ó más bebidas alcohólicas que puedan suponer más de 8 UBEs (4 combinados, o cuatro cañas de cerveza más dos combinados, por ejemplo) en una sola ocasión o en un periodo corto de tiempo (horas), al menos una vez al mes. Esta conducta, que en la literatura médica se conoce como «atracón» (binge drinking), es de alto riesgo y es la que siguen actualmente una parte de los jóvenes en España y en otros países de nuestro entorno.

Se denomina consumo problemático cuando el bebedor ha padecido o padece algún problema relacionado con el alcohol, como haber conducido bajo sus efectos o presentar complicaciones médicas, familiares o conductuales.

Se considera consumo perjudicial , el realizado por una persona que, independientemente de la cantidad consumida de alcohol, presenta problemas físicos o psicológicos como consecuencia del mismo.

No obstante, CUALQUIER CONSUMO DE ALCOHOL EN MENORES SE CONSIDERA UN CONSUMO DE RIESGO

 

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